viernes, mayo 22

terraza de otoño

Estos días de calor han desconcertado a más de una especie vegetal. Algunas mantienen sus pimpollos en stand by, otras, en cambio, se arrojan a la seducción del clima y creen que el verano perdura.
A los habitantes de la casa nos pasa lo mismo. El clima se templa y subimos corriendo la escalera para regar, tomar mate y tender rápido la ropa (a ver si se seca...?) y comprobar cómo se acortan los días en otoño.

Una de las plantas que más nos ha sorprendido es una herencia de mi abuela Pilar. Cuando ella murió ocurrió un éxodo de macetas de su patio al nuestro. Algunas plantas no nos gustaban demasiado pero... quien se atrevía a desecharlas... pobrecitas....
La más insulsa resultó ser la más maravillosa. Imagino que es de la familia de los cactus, aunque sin espinas, con unas ojas delgadas pero acartonadas. No iba para atrás, ni para adelante. Un día encontramos entre la maraña de sus propias hojas y el jazmín del país que se niega a ceder terreno, un pimpollo del tamaño de una palta, de una palta grandecita....¿¿??!! y esto?. El pimpollo, después fueron varios, maduró durante varios días y después de una decena de tardes colurosas se atrevió, una noche, a florecer.
La flor parecía la de un irupé, hermosa, vaporosa y blanca de una fragancia sutilísima y se abría después de las doce de la noche para amanecer nuevamente cerrada y no florecer nunca más...

2 comentarios:

Juliana Bollini dijo...

hola Paula!

gracias por visitarme.Esta flor,es para mi una inspiración, se llama: flor de la Luna¨, y es muy, muy especialmente simbólica.
Besos y gracais por compartir, te felicito, lindos los collares.

paula martín dijo...

Gracias Juliana Por el dato!!!!